ENFOQUE PEDAGÓGICO

 ENFOQUE PEDAGÓGICO PARA PREESCOLAR 

En educación preescolar, esta área se centra en las capacidades del desarrollo físico de los niños: locomoción, coordinación, equilibrio y manipulación, así como en la consolidación de la conciencia corporal. Se pretende que de manera progresiva logren un mejor control y conocimiento de sus habilidades y posibilidades de movimiento. En el jardín de niños es la educadora quien diseña o elige las situaciones didácticas para promover en sus alumnos156 las capacidades físicas, cognitivas y sociales. Las situaciones en la escuela deben ser oportunidades que permitan a los niños: 

• Tener variadas experiencias dinámicas y lúdicas en las que puedan correr, saltar, brincar, rodar, girar, reptar, trepar, marchar. 

• Participar en juegos y actividades que impliquen acciones combinadas y niveles complejos de coordinación, como saltar con un pie, caminar sobre líneas rectas, pedalear un triciclo, brincar obstáculos, brincar y atrapar, entre otras. 

 Manipular objetos de diversas formas (regulares e irregulares) en actividades como armar rompecabezas, construir juguetes y estructuras; lanzar y atrapar objetos de manera segura (como bolsas rellenas, balones, aros, entre otros), empujar, jalar y patear objetos de diferente peso y tamaño; usar instrumentos y herramientas (como pinceles, pinturas, lápices para escribir y para colorear, pinzas, lupas, destornilladores, entre otros), de tal manera que vayan logrando mejor control y precisión.

 • Identificar las sensaciones que experimentan después de una actividad física, al describir cómo cambia el ritmo de su respiración y del corazón, el calor corporal, la presencia de sudoración y, en ocasiones, el cambio en el tono de la piel.



La intervención docente consiste en lo siguiente: 

• Reconocer que los niños han desarrollado capacidades motoras en su vida cotidiana con diferente nivel de logro. Esto debe ser el punto de partida para buscar el tipo de actividades con intencionalidad educativa para propiciar su fortalecimiento, teniendo en cuenta sus características personales, ritmos de desarrollo y condiciones en que se desenvuelven en el ambiente familiar.
• Considerar que los niños con discapacidad deben ser incluidos en las actividades de juego y movimiento y recibir apoyo para que participen en ellas a partir de sus propias posibilidades; tener en cuenta que algunos necesitan atención particular. Alentarlos a superar inhibiciones o temores, así como propiciar que se sientan cada vez más capaces, seguros y que se den cuenta de sus logros, son actitudes positivas que la educadora debe asumir hacia ellos y fomentar en todos los compañeros del grupo..
• Proponer actividades de movimiento y juego para todos sus alumnos y atender las condiciones particulares de cada niña y niño; evitar estereotipos asociados al género masculino o femenino.
• Prever actividades físicas durante la jornada diaria. No es conveniente que permanezcan sentados mucho tiempo, pues ello se opone a las características de los niños de aprender mediante la actividad, el movimiento, la solución de problemas, la exploración y manipulación de objetos.
• Considerar momentos de relajación posteriores a las actividades físicas es fundamental para que los niños se recuperen e incorporen a otras actividades.
• Dar a los niños tiempo para persistir y aprender de sus intentos en experiencias variadas que les permitan poner en juego sus acciones y movimientos, de tal manera que refinen sus destrezas.



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